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lunes, 16 de diciembre de 2013

LA CASA VIVIENTE

El presente artículo viene a poner de relieve cómo la conciencia se extiende a todos los actos que la propia conciencia crea. Si la creación del hombre, en nuestro caso la arquitectura, tiene una intención consciente por cuanto viene a ser un complemento o extensión de nuestra parte física, la edificación tiene una interacción biológica y no se trata de una simple masa inerte. Veamos cómo y porqué.


En primer lugar, debemos partir de lo genérico y ampliamente aceptado por la ciencia ortodoxa. Sabemos, a través del postulado principal de la Teoría de la Relatividad de Einstein, que materia y energía son conceptos
equivalentes; es decir, puesto que todo a lo que tenemos acceso con nuestra percepción básica a través de los cinco sentidos es material, podemos llegar a la conclusión que aquello que vemos, tocamos, sentimos con nuestra piel, oímos o gustamos es, básicamente, energía en una forma más o menos densificada. También sabemos, en mayor o menor medida, que existen otros tipos de energía como la luz que recibimos del sol, la energía eléctrica que hace funcionar nuestros hogares, que un coche se mueve debido a la fuerza térmica producida al quemar combustible en el interior de su motor ó que la fuerza del viento es capaz de producir movimiento que se puede transformar en trabajo ó energía... y poco más. 



Para la mayoría de las personas de nuestra sociedad moderna es inconcebible ir más allá de aquello que se puede comprobar con la vista, el oído o el tacto y, dado que este nivel de experiencia limita mucho las posibilidades de conocer la realidad, el ser humano común recurre a completar su visión del mundo a través de información foránea que procede fundamentalmente de los dogmas de la cultura imperante, donde tienen una gran influencia los medios de comunicación de masas y la religión. En este contexto cultural, donde la información que recibimos viene ya predigerida y la experiencia personal es tan pobre, las posibilidades de comprensión de la realidad son realmente limitadas. La única fisura que existe en este sistema y que constituye la auténtica posibilidad de eliminar estas limitaciones es la posibilidad de comprobar personalmente que la cosmología oficial difiere sustancialmente de la realidad comprobable, a poca atención que ponga uno en lo que observa a su alrededor. Dicho esto, queda de manifiesto que el presente artículo va dirigido a una reducida minoría de personas, aquellas capaces de aceptar que la realidad es mucho más compleja y, a la vez, más simple si nos esforzamos en aceptar la existencia de otros niveles de energía a nuestro alrededor.


Básicamente, tendremos que aceptar que, en cuanto materia, somos esencialmente constituidos por energía, pero ¿qué clases de energía hay? Los experimentos más popularmente conocidos de la física cuántica ponen de relieve la existencia del pensamiento o, generalizando, la conciencia como la enzima o catalizador que precipita o condensa la materia, luego estamos hablando de una energía cuyo origen es la conciencia y, en última instancia, de que todo es y, por tanto, tiene consciencia. Pero ¿cómo crea, como codifica la conciencia esa energía para condensar la materia? La física moderna también reconoce la existencia de múltiples dimensiones que coexisten y cuyas energías permean e intercambian información en diferentes niveles. Además, toda energía es susceptible de ser codificada y reducida a una vibración con una forma de onda determinada. El código formativo puede expresarse matemáticamente, es decir geométricamente. Por tanto, queda manifiesto que existe un campo de conciencia que emite formas de onda (u ondas de forma) que pueden ser expresadas geométricamente en múltiples dimensiones y que se manifiestan en cada una de ellas de forma específica.

Si llegamos a la conclusión de que toda materia está originada por la conciencia y que somos parte de ella, entonces, es fácil poder reconocer que el universo es una gran sopa de conciencia y que, consecuentemente, todo lo que nos rodea está constituido por diferentes formas de manifestación de este fenómeno. Este fenómeno es único aunque se manifiesta de forma múltiple y cada aspecto de la manifestación remite a la totalidad, lo cual no es más que una descripción del concepto holográfico, otro de los puntales de la física moderna. A su vez, el concepto holográfico nos remite al de fractalidad, que no es más que una propiedad que manifiesta la autoreferencia y posibilidad de anidamiento geométrico de forma infinita y, por tanto, de acumular, transmitir y comunicar información entre lo grande y lo pequeño, haciendo expresión del célebre Principio Hermético de Correspondencia “como arriba, es abajo” enunciado hace más de 5.000 años.


Otra idea importante está relacionada con el concepto de campo, entendido como ese lugar físico o conceptual en el que rigen ciertas fuerzas y leyes de funcionamiento. La energía se organiza a través de campos y existen campos energéticos muy diversos, todos ellos con un origen consciencial. Una de las propiedades que contempla la teoría de campos es su capacidad de interferencia. Es decir, existen niveles de energía en los que los diferentes campos pueden alterar las condiciones de otros campos si entran en contacto o se superponen con ellos. Finalmente, es necesario dar una pincelada sobre la anatomía energética del hombre, aunque aquí ya entramos en sutilezas en las que la ciencia ortodoxa no tiene instrumental para medir y calibrar.


Podemos identificar, a nivel básico, un componente material y energético en el estado más denso que llamamos campo o cuerpo físico-etérico, también una parte regida por cierta sensibilidad y lenguaje interno de tipo emocional que, si bien se superpone a la anterior, intuimos como algo con un funcionamiento diferente y que tiene cierta autonomía, el cuerpo emocional; además, podemos identificar una tercera parte regida por el pensamiento, las imágenes, los sonidos y palabras, el razonamiento, etc que constituye el cuerpo mental y aquí nos quedamos, de momento. Esta relación energética del hombre y todo elemento terrestre con el cosmos se manifiesta a través de las seis direcciones espaciales, cuatro horizontales asociadas a los puntos cardinales, el eje magnético y la rotación terrestres y dos verticales, una cósmica y otra telúrica y cuya expresión geométrica es el octaedro.
 

Dado que toda energía se corresponde con una forma y esta relación es biunívoca, a cada forma corresponde un patrón energético. Esto se cumple tanto a nivel de la geometría de una molécula de ADN como al nivel de una pirámide egipcia o al de una esfera solar. Toda materia se corresponde con una forma interna, por su composición molecular y una forma externa determinada por sus límites espaciales y toda forma crea un campo de energía en una frecuencia propia, llamada onda de forma que puede interferir con la energía de otros campos de similar nivel de vibración. En este sentido, las ondas de forma interfieren directamente con los campos energéticos sutiles del ser humano, el cuerpo etérico, el astral y el mental, básicamente, y pueden ser bioestimulantes, neutras o biodegenerativas. Cada material también genera o induce campos de energía procedentes de su estructura interna a nivel molecular. La información que contienen estos campos puede ser de origen natural o codificada artificialmente por diferentes procedimientos, como en el caso de los símbolos, mandalas y yantras, los remedios homeopáticos o florales o, bien, los resonadores radiónicos, por poner algunos ejemplos. Este punto es esencial cuando se trata de una construcción habitable, tan esencial como desconocido. Existen, además, infinidad de otros campos de energía que interfieren con el biocampo humano, ondas de radio, microondas de telefonía móvil y wifi, ondas ELF producidas por la corriente eléctrica, las generadas por todos los aparatos eléctricos y pequeños transformadores de la vivienda, etc, todas ellas nocivas y capaces de atravesar cualquier material de construcción, lo mismo que ocurre con las emisiones que estudia la radiestesia, procedentes de las líneas geomagnéticas de la Tierra, redes en forma de cuadrícula según los ejes magnéticos terrestres y a 45º de los mismos que tienen diferentes dimensiones y actividad geopática, la cual se incrementa en presencia de otros campos electromagnéticos y en la vertical de corrientes de agua subterránea (incluidas las aguas canalizadas y desagües) y fracturas o fallas geológicas. 


Más allá de todo lo anterior, se encuentra la propia energía vital que ocupa la biosfera terrestre, cuya generación y movimiento es imprescindible para alimento de todos los organismos vivos y que recibe diferentes denominaciones según la cultura de que se trate, tales como éter, qi ó chi, prana, orgón, etc y a la que, en coherencia con esta exposición, llamaremos energía etérica pues su función principal es nutrir el cuerpo físico-etérico. La gestión de esta energía en relación con las construcciones es el objeto de disciplinas como el Vastu o el Feng Shui, cuando tratamos con espacios habitables. 


Si utilizamos una analogía biológica, cada parte de una vivienda se puede asemejar a las constituyentes de los sistemas vitales. Así podemos ver como una vivienda dispone de una estructura o esqueleto y una piel o cerramiento, un sistema circulatorio y de evacuación de aguas, un sistema nervioso o eléctrico, aparato digestivo o cocina, sistema respiratorio con ventanas y puertas que, a su vez, permiten ver y establecer un contacto con el exterior, un sistema de regulación de la temperatura y, asimismo, las funciones de dormitorios y baños pueden asociarse a ciertas funciones orgánicas. Por tanto, a nivel conceptual, la vivienda se podría asemejar bastante a una réplica inanimada de un ser vivo ¿no es cierto? Además, la vivienda dispone de ciertos organismos, humanos o no, que circulan por su interior realizando diferentes actividades y haciendo que las funciones de la vivienda, a su vez, entren en acción. Por tanto, la casa se construye para vivirla y, en mi opinión, aquello que se vive también tiene vida, pues la complejidad de campos de enenrgía y conciencia que la constituyen entran en convivencia e interferencia necesariamente con los de sus habitantes y visitantes, constituyento un todo. Pero ¿es esto un despropósito? Las antiguas tradiciones esotéricas y mágicas, como la Kabala hebrea, hablaban de procedimientos para animar la materia inerte mediante la construcción de un gólem, por ejemplo, acción en la que tiene un papel fundamental el componente ritual e intencional. Con independencia de lo estrafalario que esto pudiera parecer, considero que, al menos a cierto nivel y a la vista de todo lo comentado anteriormente, no se puede descartar el hecho de que, cuando se construye una vivienda y se pone una gran carga emocional y esfuerzo en tal empeño, se cuida el lugar donde se asienta y los materiales que la constituyen y se contemplan los factores y posibles afecciones antes mencionadas, más aún si se construye con las propias manos, existe un ritual de acción e intención mediante el que proyectamos deseos y emociones por el cual, esa construcción o conglomerado de materia, adquiere forzosamente un cierto nivel de coherencia consciente que será muy provechoso para sus ocupantes si se ha atinado lo suficiente. Del mismo modo, si no se han considerado las posibles afecciones negativas, bien procedentes del terreno, del entorno electromagnético, de los materiales de construcción, de las formas empleadas o de cómo funciona y circula la energía etérica por la vivienda, cosa que me atrevo a afirmar ocurre en el 99% de los casos, adquirir y habitar una vivienda se puede convertir en una auténtica lotería de imprevisibles consecuencias.


La vivienda puede ser un espacio amigable que aporte vitalidad y prosperidad a sus habitantes, armonía en las relaciones, un espacio saludable y sanador para la familia y, como no, un campo de energía viva y consciente que actúe en resonancia con nuestros campos sutiles y contribuya al propio desarrollo evolutivo y espiritual. Con esta intención se elevaron en la antigüedad magníficas construcciones cuya presencia aún nos sobrecoge. 

También existen casos particulares de construcciones donde nuestro inconsciente envía señales negativas y nos producen inquietud y rechazo. No discutiría que ciertos edificios poseen un refinado nivel de inteligencia
derivado de sus formas y su integridad geométrica interna y externa. En cualquier caso, si atendemos a la relación materia-energía-conciencia y al poder creador del pensamiento reforzado por las emociones y los procesos rituales, podemos comprobar que todos estos ingredientes se encuentran presentes en la construcción de una vivienda y, por tanto, esta construcción es algo cualitativamente más complejo que un simple contenedor hueco. 

Por otro lado, una construcción puede acumular tal cantidad de infortunios como para llegar a ser tremendamente perjudicial para sus ocupantes. Esto puede traducirse en problemas de salud, laborales y relacionales y, si bien el caso extremo es excepcional y la mayor parte de las edificaciones se encuentran en una zona intermedia, el asunto es lo suficientemente grave como para ser ignorado sin más. También es preciso decir que la mayor parte de las construcciones existentes, yo diría que actualmente un 75% al menos, se encuentran entre el estado neutro y el más nocivo dado que, debido a la acumulación de factores negativos en las ciudades, donde se concentra la mayoría de las edificaciones, la calidad biótica es siempre inferior a los niveles necesarios para nutrir nuestro organismo. El 90% del espacio urbano actual se puede considerar enfermo en cuanto a los niveles energéticos biocompatibles se refiere. Este es el motivo por el cual sentimos esa acuciante necesidad de contacto con los espacios naturales. 

(*) Chi negativo

Afortunadamente, cada vez un número mayor de personas escapan de los patrones de pensamiento dirigido y adquieren conciencia, aunque sea a nivel intuitivo, de que algo no marcha por el camino adecuado en la vorágine de las ciudades, que se pierde más de lo que se gana en términos globales y que merece la pena plantearse alternativas más inteligentes y saludables. Todos ellos acabarán triunfando con las decisiones amparadas en esta intuición. 

(*) Chi positivo

Por cuanto al diseño se refiere, no existen limitaciones a la creatividad de los arquitectos en cuanto a las posibilidades pero, evidentemente, hay formas más fáciles de manejar que otras o, podríamos decir, menos peligrosas. Quien arriesga, debe hacerlo con un gran dominio y conocimiento de lo que ello implica, sabiendo corregir y equilibrar el conjunto para crear un todo armónico. Una forma no tiene por que ser pura para ser eficaz energéticamente, sino guardar ciertas proporciones y relaciones. Se trata de coherencia y armonía, simplemente. El diseño es un juego consciente donde la propia percepción, si la educamos, establece un buen criterio de validación. Podemos hablar de una forma absolutamente segura como es el círculo y la esfera, aunque tiene sus limitaciones y de nada servirá, además, si la construimos en materiales inadecuados como hormigón armado o sobre una geopatía agresiva. Los materiales naturales utilizados en bioconstrucción son mayoritariamente de una calidad bioenergética favorable o, en el peor de los casos, neutra, mientras que el acero, el aluminio y el plástico generan ambientes cargados positivamente por diferentes motivos y bloquean el flujo energético, lo cual no es nada saludable. Resulta difícil, por no decir imposible, encajar en un nivel de excelencia todos los factores que intervienen en el emplazamiento, disposición, forma y construcción de una vivienda si bien, la sola consideración de los mismos nos llevará a descubrir nuevas posibilidades creativas donde el resultado de la experiencia sea más importante que nosotros mismos. Todo lo que rodea a la edificación tiene influencia sobre ella y, por tanto, debe ser considerado y esto es aplicable, tanto a nivel físico como en lo cultural o social.

martes, 3 de diciembre de 2013

EL CIMIENTO EN ARQUITECTURA INTEGRATIVA

El basamento, fundamento o cimiento es uno de los elementos de mayor importancia de una edificación y curiosamente algo que,  la mayoría de las veces, se considera un simple componente técnico que no requiere demasiada atención, al punto de ser el último objeto de diseño y dimensionado exclusivamente en función de la carga, la geometría de la estructura y la capacidad portante del terreno. Hoy va a quedar clara la necesidad de prestársela debidamente y, para ello, debemos entender primero en qué consiste exactamente y qué relación tiene con el resto de componentes del edificio bajo una perspectiva de arquitectura integrativa.


Todo elemento sobre este planeta interactúa en tres planos diferentes y éstos, a su vez, interactúan entre si (recordemos la teoría de sistemas, los campos interferentes, etc). Dicha interacción viene, en nuestro caso, a relacionarse con la propia que establece el ser humano en dichos planos, dado que podemos entender la casa (edificación), en cierto modo, como una extensión de él mismo. A saber, la relación con el cosmos ó "lo que viene de arriba", la relación con la tierra ó "lo que viene de abajo" y la relación con el ambiente ó "lo que viene del horizonte".  El paradigma geométrico que manifiesta más evidentemente este esquema, además de otras muchas cosas, es el gran octaedro de Giza cuya mitad emergente es popularmente conocida como la pirámide de Keops, donde quedan reflejadas las seis direcciones principales, dos verticales, cósmica y telúrica, dos en la dirección de rotación de la tierra, este y oeste y dos en la dirección de los ejes magnéticos, norte y sur.


Lo primero que debemos integrar es que el cimiento ejerce de medium entre el edificio y la Tierra. Por tanto, a través de él se canalizan todas las energías telúricas que emanan desde su interior y también se transmiten, comunican, bloquean ó descargan al terreno las energías de la edificación. En segundo lugar, la forma geométrica del edificio debe encontrar alojamiento, no solo apoyo para transmitir la carga, como si de un pisapapeles se tratara. Nuestro edificio debe encajar en medida armónica con la estructura geomagnética, el entorno y la morfología del terreno. Ademas de lo anterior, la dimensión temporal, el momento de iniciar la construcción, tiene una influencia de naturaleza astrológica y numerológica que debe ser considerada y ritualizada con el fin de enfocar y canalizar ciertas energías en el camino más favorable para la función u objetivos de la edificación y sus promotores ó futuros usuarios. La simple consideración de este hecho, obviamente por pura ignorancia, como una superstición sin fundamento no elude, de ninguna manera, los efectos que tiene la elección del momento para iniciar la edificación. El ritual de colocación de la primera piedra de un edificio tiene relación con este acontecimiento, aunque la razón de su existencia haya pasado al olvido. Cada cosa tiene su importancia y, tanto el inicio como el final de un proceso, tienen mucha (Recordemos también cómo se celebra el remate de la cubierta o cubrición de aguas con la puesta de una bandera. En ese caso se trata de ritualizar el momento de la conexión del edificio con el cielo). En última instancia, los cimientos establecen el límite entre el espacio delimitado por el hombre, y que lo cobija, con respecto a la materia mas densa del terreno y lo que se oculta tras dicho límite, algo que puede tener diferentes niveles de interferencia con la edificación. Es imposible dar aquí todas las explicaciones necesarias para iluminar a los incrédulos, y además no es esa mi intención, como tampoco lo es crear una guía de técnica constructiva para perezosos o vagos. Mi intención es únicamente activar aquellas preguntas que resuenan en el fondo de cada persona que lee estas líneas y marcar ciertas indicaciones o direcciones. Recordad que sólo quien busca, haya y sólo quien prueba, sabe.


Respecto al primer asunto, deberemos considerar tanto la calidad biótica del terreno, en general, como las posibles geopatías existentes bajo nuestros piés. La calidad biótica es más o menos homogénea en toda la biosfera y apta para la vida humana, por cuanto su vibración energética o etérica, de la cual nos nutrimos, es ligeramente superior a la nuestra y, por tanto, existe una diferencia de potencial positiva nuestro favor. Entonces ¿por qué deberíamos escoger el lugar? Sencillamente, ocurre que existen alteraciones del campo biomagnético terrestre que reducen el nivel de energía etérica que necesitamos para vivir saludablemente. Estas alteraciones pueden ser de origen natural, como las aguas subterráneas, las fallas geológicas o la existencia de gas radón que emana de las masas graníticas principalmente, y también de origen artificial, como la contaminación química, radiológica y electromagnética ó electrosmog que, además, tienen la "virtud" de activar geopáticamente las redes geomagnéticas (para más detalles sobre el asunto sería conveniente realizar un curso de geobiología y radiestesia con algún profesional competente ya que, aunque hay libros bastante útiles, aquí manda la experiencia como en todo).


En relación al anclaje del edificio, es necesario conocer previamente la traza electromagnética del terreno. para ello, lo más cómodo es utilizar el módulo del lugar ó módulo solar, el cual hay que determinar mediante una serie de operaciones relacionadas con la salida y puesta de sol, en los equinoccios y solsticios, para la latitud donde nos encontremos. También es muy importante coordinar esta medida con el múltiplo del módulo promedio de la red Hartmann, que determina la frecuencia de resonancia de la geometría del edificio con la red geomagnética terrestre y es la que permite anclar dicha red con los muros del edificio. De este modo, evitamos que dicha red se mueva, como ocurre de forma natural cuando no hay interferencias, además de convertir el edificio en un capacitor biológico, algo de lo que se hablará en otro apartado. De todos es conocida la oscilación de la declinación magnética o diferencia entre el eje magnético terrestre (el que marca la brújula) y el eje de rotación o geográfico y, dado que la red geomagnética se alinea con el eje magnético, las variaciones que sufre éste último se trasladan a la superficie del terreno igualmente. Pues bien, esto no ocurrirá si hemos anclado correctamente nuestro edificio, tal como se venía haciendo en los edificios religiosos hasta el siglo XVII. Podemos comprobar cómo todas (aunque no tengo la certeza de esto) las iglesias y ermitas anteriores a esta fecha tienen sus muros sobre la red de Hartmann y, por tanto, adoptan este módulo también en su geometría. Aparte, la variación del módulo del lugar aumenta (en la direccion E-W) en latitudes más  al sur y disminuye en latitudes más hacia el Norte, debido a la esfericidad de la tierra y la inclinación de su eje de rotación respecto del plano de la eclíptica, si bien no existe una relacion angular exacta que se pueda establecer matemáticamente en función de la latitud y, por tanto, lo mejor es medir y promediar. Como dato, meramente informativo, para la latitud de Madrid, el módulo del lugar viene a medir aproximadamante 7,51 mts, que es la distancia entre cuatro líneas Hartmann consecutivas que circulan en dirección N-S (aproximadamente 5,00 mts, si tomamos tres líneas). No obstante, repito que se trata de un valor empírico y que conviene determinar en cada momento. Además, es necesario conocer la ubicación de las líneas para utilizarlas en el replanteo del edificio, como base, y no crear interferencias en la red. Otra forma de fijar la red al terreno es mediante geopuntura, utilizando bloques de piedra paramagnética para marcar los ángulos del edificio o, incluso, fuera del mismo si hemos escogido una forma geométrica diferente al rectángulo. Teniendo estas consideraciones en cuenta, a la hora de plantar el edificio sobre el terreno crearemos una relación armónica de la construcción con su entorno y la conectaremos conscientemente con las energías cosmotelúricas.


Otra consideración importante sería elegir el momento propicio para iniciar la construcción, en primer lugar ya que, al igual que las personas nos vemos influenciadas al haber nacido en un momento determinado por la energía que recibimos en función de la configuración astrológica de ese instante, cualquier acción que realicemos lo está y los inicios de cualquier tipo son hitos importantes que marcan muchas veces el desarrollo posterior de los acontecimientos. La astrología era una de las disciplinas clásicas en los estudios académicos antiguos y, si bien se encuentra actualmente muy devaluada por la ignorancia de los "nuevos astrólogos", a buen seguro, quien esté interesado en aprender encontrará las fuentes adecuadas para acceder al conocimiento correcto que, por otro lado, ya no está restringido a una clase elegida sino se encuentra al alcance de todos los que realmente lo deseen adquirir. Por otra parte, este momento de inicio de la construcción debe quedar enfáticamente determinado mediante el ritual adecuado. Esta operación ritual permite añadir a las energías del momento aquellas que conscientemente consideremos más propicias para el buen fin de la construcción. Así, añadir a esa primera piedra los símbolos o elementos adecuados tendrá un efecto resonante a nivel permanente con la propia edificación. Por supuesto, la colocación no debe realizarse al azar, sino en aquel sector de la casa que sea más representativo para la función que deseemos potenciar.


Finalmente y no menos importante es resolver la función de la cimentación como límite entre el edificio y el terreno (En cuanto al aspecto de repartir la carga del edificio, existe mucha y buena información técnica, además de tratarse de un tema de dominio público en el que no me voy a entretener). Volviendo al asunto, si bien se trata también de un tema técnico es importante añadir ciertos matices relevantes. Normalmente, los estudios geotécnicos hacen un exhaustivo relato de la composición, resistencia, granulometría y humedad del terreno, pero no proporcionan información sobre la existencia de circulación de flujos de agua subterránea, sobre todo si es profunda, lo que llamamos venas de agua en radiestesia o venas de dragón en la geomancia china, así como tampoco se incide sobre la existencia de fracturas geológicas o fallas. Hemos de tener en cuenta que las aguas subterráneas alteran, casi siempre de forma nociva, los campos electromagnéticos naturales y artificiales debido a la interferencia de la carga eléctrica que se genera en el rozamiento (intercambio de iones) de las moléculas de agua con los diferentes materiales del terreno por el que transcurre. En el caso de las redes cosmotelúricas, que actúan como muros electromagnéticos invisibles formando una retícula, la presencia de venas de agua las hace más patógenas cuando coincide con ellas, creando puntos que succionan literalmente energía de nuestro biocampo y que podemos considerar como geopatías más o menos graves. No es muy recomendable dormir, trabajar o permanecer mucho tiempo sobre una geopatía si estimamos nuestra salud. Si tenemos sospecha sobre si un lugar determinado de la casa es geopatógeno, hagamos la siguiente prueba (no se requieren conocimientos radiestésicos). Pongamos el almohadón o la cama del perro en este punto e indiquémosle que este será su nuevo sitio para dormir. Si el animal lo acepta de buen grado, casi con toda seguridad (a no ser que ya esté durmiendo habitualmente en una geopatía, por obligación) este será un lugar neutro y podemos estar tranquilos. Pero, si por el contrario, el animal rehusa dormir en ese lugar... mejor cambiemos nuestra cama o sitio de trabajo a un lado (a más de un metro del anterior). Este experimento no funciona con gatos ya que estos animales se sienten cómodos en lugares geopáticos. El otro factor clave son las fallas. En este caso, también se produce una superposición de campos geomagnéticos con la línea de la falla, que se activa al oponer, debido al desplazamiento de capas del terreno, materiales de diferente composición que generan su propio campo eléctrico. Tanto las venas de agua como las fallas influyen sobre la superficie con independencia de su profundidad (es decir, puede ser indetectable por medios técnicos y estar a más de cien metros de profundidad, que afectará de la misma manera), por lo que conviene realizar un estudio detallado a nivel geobiológico y evitarlas en la medida de lo posible. También hay que decir que debemos incluir como venas de agua las generadas artificialmente por la edificación, tanto las acometidas de agua como, sobre todo, los desagües. Finalmente, y esto es exclusivo de las fallas, cuando estas se producen en material granítico, lo cual es muy frecuente, pueden liberar gas radón, un gas tremendamente contaminante que se genera en las profundidades dentro de las masas magmáticas, difícil de detectar y menos de erradicar, en cuyo caso estaremos obligados a ventilar profusamente los locales afectados o, bien, crear un forjado sanitario perfectamente ventilado para disiparlo, ya que se filtra por cualquier fisura existente.

Algo hay que decir también de los materiales a emplear. Preferentemente, como en toda la construcción, deberán evitarse, siempre que sea posible, productos sintéticos, muy procesados y metales (si, el acero de las armaduras también lo es). El tema de los materiales de construcción será tratado individualmente, así como la gestión de las humedades. Por ahora, suficiente.

miércoles, 16 de octubre de 2013

CRITERIOS PARA UNA BUENA ARQUITECTURA III: FORMA Y FUNCIÓN

El presente artículo viene a cuestionar algunos de los criterios de diseño sutilmente (o no tanto) implantados por el vigente modelo de orden socio-arquitectónico, la sociedad del espectáculo. Es preciso poner de relieve, por más obvio que parezca, que los convenios de diseño obedecen a las modas y que las modas nada tienen que ver con nuestro primer y único criterio de validación (recordemos: el entorno humano resultante de la actividad arquitectónica es favorable o no lo es y la arquitectura, asimismo, es o no es, exclusivamente en función de eso). La moda es un concepto estadístico que tiene que ver con el valor que más se repite en una serie determinada y es muy interesante observar la manera en que el ser humano, instalado en el "yo mental" acata los dictados promovidos por estrategias mercadotécnicas y sus sloganes a base de tópicos demagógicos como valores absolutos a imitar. Es más, el arquitecto, que ha sido mayormente educado en la más absoluta inconsciencia en lo relativo a su realidad profesional, es incluso capaz de sentir un banal orgullo al reproducir estrategias de diseño en las tendencias de moda... ¿quien se resiste a la sensualidad de la imagen?. Pero hay un error muy grave en todo esto. ¿Quien acreditó como tales a los doctores del magisterio de la arquitectura contemporánea? ¿acaso no proceden sus aportaciones de los "avances" tecnológicos? ¿acaso no volvieron, aquellos de mayor capacidad y visión, sus ojos a antigüedad en busca de respuestas? No se puede ni mencionar a las publicaciones de arquitectura ni mucho menos a los críticos de esta disciplina, que pretenden establecer criterios evaluables "objetivamente" basados en lo que se ve, sin considerar que lo mas importante es lo que no se ve. Los mejores arquitectos pueden tener una fuerte intuición en algunos momentos, cuando su trabajo es dominado por el cerebro derecho, pero nunca serán capaces de explicar de forma racional la realidad del proceso. En este contexto se hace imprescindible, en primer lugar, tomar conciencia de que este barco no nos lleva a ningún puerto y, a continuación, ensanchar la mente e intentar ser permeables a las nuevas informaciones y dejar entrar en nuestra mente la posibilidad de permitirnos probar antes de aceptar o rechazar ya que, como dijo el maestro, solo quien prueba sabe.


Veamos un ejemplo gráfico de que existe algo más que lo que vemos... ¿necesitamos "ver" el calor para no sentarnos en una estufa encendida?... por tanto, podemos asegurar sin ninguna duda que la percepción es una cuestión de sensibilidad, no solo de visión de modo que, a mayor sensibilidad, mayor percepción. Bien, dando esto por sentado, estaremos de acuerdo en la posibilidad de que existan personas más sensibles que otras o, al menos, hayan desarrollado una sensibilidad especial para percibir y que es posible que haya quien perciba el mundo de una forma más completa que nosotros. Por tanto, tal vez, lo primero que deberíamos averiguar dado que solo nos queda un criterio de validación, sería cuales son las condiciones que generan un entorno humano favorable... pero ¿favorable, para qué o en base a qué? En base a la función que tenga el entorno elegido, por supuesto. Esto es, tendremos criterios diferentes en función del destino o uso del espacio que diseñemos. Hasta aquí, podríamos decir que caminamos en línea con el pensamiento que queremos abandonar, si bien hay matices. Por ejemplo, el espectáculo no es una función para la arquitectura porque no proporciona, en sí misma, ninguna ventaja cualitativa al entorno humano. Así que, de momento, habríamos eliminado del mapa toda la fanfarria arquitectónica, tanto la más afortunada como la (más comúnmente) menos afortunada. Obviamente, hay que vencer ciertas inercias populistas que interpretan lo circense como un valor cotizable, pero esa es una labor de reeducación que nos compete emprender, sobre todo, con los promotores de los grandes proyectos (de hecho, a los madrileños se nos caían las bragas con el proyecto de Sheldon Adelson, que ha estado a punto de convertir Madrid en la ciudad más hortera del planeta con permiso de Las Vegas, lo cual no es más que una ilustración de mi alegato anterior).



Uno de los legados de los pioneros de principios del siglo pasado es el famoso principio funcionalista de "la forma sigue a la función" ó form follows function, que nos viene de perlas a este caso, si bien con una interpretación sustancialemtne diferente. Hubo un tiempo en que no existían ordenadores y la arquitectura no estaba subordinada a la industria, las modas o las estrategias visuales ya que se consideraba un valor permanente y no algo perteneciente al mundo del espectáculo. En aquellos tiempos, existían personas que disponían de herramientas especiales mediante las cuales eran capaces de descodificar secretos de la naturaleza y utilizarlos con sabiduría en sus creaciones. A nuestras manos han llegado algunos códigos sencillos, en forma de tratados de arquitectura, que podemos reproducir pero, sin embargo, no podemos interpretar ya que la clave para su interpretación permanece ausente, oculta a los ojos del público. Únicamente en ciertos ámbitos o círculos restringidos se ha transmitido este conocimiento, tal vez por temor al mal uso que de él se pudiera hacer ó, tal vez, por tener bajo control exclusivo las increibles potencialidades que de él se derivan. En la actualidad, cada vez más personas ajenas a estos círculos encuentran rastros de estos conocimientos y se está empezando a reconstruir mediante meticulosa investigación el cuerpo principal de los principios que los sustentan. Estamos hablando del conocimiento oculto (aunque, cada vez menos) de los secretos del universo y, por ende, de la naturaleza que nos rodea.



El procedimiento más sencillo para acceder a estos conocimientos es la humilde observación de nuestro entorno para lo cual es imprescindible prescindir de todo juicio a priori y, por tanto, de toda la "educación" que intermedia entre percepción e interpretación, ya que los códigos que hemos adquirido culturalmente son del todo erróneos en su mayoría y suponen una barrera infranqueable para una percepción de la realidad limpia y directa. Se requiere cierta fuerza o poder para emprender esta tarea, pero este poder emana únicamente de la voluntad de saber, de conocer la verdad a través de la experiencia.


Hablemos de la forma y la función observando la naturaleza... pero antes voy a contar un cuento del famoso Mulá Nassrudín. Dicen que el Mulá era un famoso comerciante del siglo pasado capaz de venderle una mula a Barreiros y, en cierta ocasión, encontrándose en compañia de sus amigos, éstos le comentaron que el Maharajá de Gondaljahpur, un rico territorio de la India, buscaba un arquitecto para construir una casa de invitados. La ambición de Nassrudin por obtener favores comerciales del Maharajá le llevó a tomar la iniciativa de presentarse ente éste y ofrecerse como mediador para contratar con un famoso arquitecto norteamericano, llamado Frank Lloyd Wright, la realización del proyecto. Gratamente impresionado, el Maharajá accedió y Nassrudín le dijo que quedaría encantado pero que no podría ver la obra hasta que estuviese terminada. Por aquél entonces, el señor Wright estaba tremendamente ocupado con un gran proyecto en Nueva York para un famoso mecenas de arte por lo que Nassrudín le pidió únicamente una copia del proyecto de la Falling Water House a cambio de una generosa suma de dinero con intención de construir una répica en su país, algo a lo que el arquitecto accedió ante las perspectivas de expandir su negocio de arquitectura a aquél continente. Tan contento llegó Nassrudin a la India y encontró la cascada adecuada, prácticamente idéntica a la original que adaptó con unos pequeños retoques de modo que, inició rápidamente los trabajos. Un día, en presencia de sus amigos, fanfarroneó sobre su astucia y los proyectos comerciales que tenía pensado presentar al Maharajá con los que se haría inmensamente rico. Al escucharle los amigos le preguntaron si había consultado a un consejero de Vastu, el arte hindú de la construcción, a lo que Nassrudín dijo que no permitiría que se hiciese ningún cambio en el proyecto ya que el arquitecto estaba muy ocupado, motivo por lo que estaba de más consultar a ningún consejero. Al cabo de 12 meses de duro trabajo, la obra se había completado con tal exactitud que era una réplica exacta del original. Puesto en conocimiento de los avances, antes de visitarla, el Maharajá envió al consultor real de Vastu para que emitiera su informe. Cuentan que al leerlo, al Maharajá le entró tal ataque de risa que quedó sin respiración y murió de un infarto. Su hijo, el heredero, mandó perseguir a Nassrudín y como represalia le obligó a devolver íntegro el importe de la obra y, en castigo, le hizo elegir entre una muerte en el foso de los tigres o vivir en la casa que había construido hasta el final de sus días, cosa que hizo... y cuentan que el pobre Nassrudín no vivió mucho, de hecho, murió de un cáncer de hígado ya que su cama estaba sobre un cruce de líneas Hartmann de tercer orden con vena de agua. Bueno, los cuentos, cuentos son pero estoy seguro que así habría ocurrido.

Si observamos la naturaleza comprobaremos que ninguna forma es casual y que existe un orden perfecto que se expresa matemáticamente a través de la geometría. Por tanto, cada forma en la naturaleza es la más adecuada para que el organismo ejecute eficazmente sus funciones, es decir, esto se parece bastante a una ley natural ¿no es cierto? una ley que se cumple siempre, sin excepción, al contrario que las "leyes" científicas que se cumplen casi siempre, pero no siempre. Entonces ¿quien es más sabia, la ciencia o la naturaleza? Conclusión.  
  • LEY DE PRIORIDAD. La naturaleza es sabia y la ciencia está y estará siempre subordinada al orden natural.
(*) si existe alguien en este mundo o fuera de él capaz de demostrar lo contrario, le ruego nos lo haga saber.

Prosigamos. Sabemos que la geometría es capaz de generar orden y que cada geometría corresponde a unas funciones determinadas. También sabemos que existen determinadas relaciones matemáticas o razones geométricas que abundan en la naturaleza, tanto en el reino mineral, vegetal o animal, desde la estructura de los átomos a la constitución y proporciones antropomórficas. Tales razones son básicamente seis, es decir muy pocas, los números irracionales raices de 2, 3 y 5 y los números pi, phi y euler. Con estas relaciones se construye prácticamente toda la materia en perfecto orden y armonía. Rupert Sheldrake estableció una interesanteTeoría sobre la relación de las formas con determinados campos de energía (el hecho de que su trabajo haya sido tan behementemente atacado por el dogma científico es para mí una prueba de que no anda mal encaminado, como veis, más vale cuestionar lo establecido si queremos avanzar. Este suele ser un sistema que no falla.). Lo bueno de estas cosas es que, si bien no podemos hayar explicación científica a ciertas leyes naturales, podemos comprobar sus efectos y su cumplimiento a través de la simple observación, por lo que ningún dogma, venga de donde venga, las puede rebatir.


Algo que no podemos olvidar es que, del mismo modo que la naturaleza utiliza estrategias basadas en la geometría para generar estas formas de máxima eficiencia, dichas estrategias pueden ser replicadas y utilizadas para generar diseños de mayor calidad biótica. Resumiendo mucho, estas estrategias de generación se pueden resumir en tres grupos básicos, la simetría, sea esta bi o tridimensional, lineal o rotacional, etc, la repetición, que produce patrones, y la fractalidad, que permite el anidamiento infinito de formas conservando su energía y está directamente relacionado con la capacitancia energética, por un lado, y con la jerarquización espacial, por otro.

Lo más interesante de todo es que, no solo la necesidad de orden geométrico es una energía capaz de generar determinadas formas, sino que estas formas son, por sí mismas, emisoras de frecuencias energéticas propias con ciertas características particulares. Cada uno puede (y debe) investigar esto por su cuenta, aunque os dejo una referencia a título informativo. Este descubrimiento reciente ya era conocido por los geómetras de la antigüedad hace más de 5.000 años y fué aplicado a sus construcciones más importantes, muchas de las cuales siguen aún en pié. Las formas que emiten energía son todas, unas son favorables para la vida y, por tanto, están en coherencia con nuestro famoso criterio único y otras no, así de simple. Las formas pueden ser tridimensionales o bidimensionales, es decir, determinados símbolos que vemos por doquier en forma de amuletos o mandalas, símbolos, etc, no sólo tienen una función decorativa sino que ejercen una cierta influencia sobre su entorno. Todo lo dicho es comprobable experimentalmente, cosa que ya haremos más adelante, para que no quede duda, pero un ejemplo evidente es el campo de la cimática.

Resumiendo, no es que la forma siga a la función sino que función y forma son cosas inseparables. La variedad de las formas de la naturaleza obedece a que existen multiplicidad de funciones para cada organismo y la forma resultante del mismo obedece a la jerarquía de prioridades en sus funciones y no a soluciones arbitrarias estadísticamente seleccionadas por ensayos de prueba y error como los darwinistas y nuestros patéticos científicos defienden mayoritariamente. Cada función corresponde con una forma de máxima eficacia, un orden geométrico que genera a su vez un campo de energía con la memoria de esa forma que emite energía ordenada favorable a la función. Por tanto, la arquitectura, que es pura forma en estructura, en volúmen, en sus gráficos superficiales es un supeconcentrador-emisor de ondas que se generan sin ningún control sobre sus efectos, lo cual se hace por pura ignorancia de sus hacedores, nos, los arquitectos y entiendo que debemos prestar más atención a entender nuestra responsabilidad en este aspecto y tomar las acciones necesarias, en consecuencia.

domingo, 15 de septiembre de 2013

UNIVERSO HOLISTICO 63

Como de costumbre, aquí tenéis el enlace mensual a la revista UNIVERSO HOLÍSTICO Nº 63


viernes, 23 de agosto de 2013

REFLEXIONES SOBRE ALQUIMIA, ARQUITECTURA Y FÍSICA CUÁNTICA

Los meses veraniegos favorecen esas divagaciones que invaden la mente cuando intentamos, simplemente, no pensar en nada. Esta parece ser una demostración de lo que, de antiguo, defendían todas las tradiciones esotéricas orientales y occidentales y es que "el vacío está lleno". Basta tener una pregunta, algo que nos intriga y pretender no pensar en nada... en este momento ya hemos sintonizado un canal y todo lo que tenga relación con ello ¡va a llenar los huecos que intentamos crear! Mi "preocupación" giraba en torno a cómo transmitir ideas complejas con palabras sencillas, pocas y que, además, tuvieran cierto sentido para quien se aproxima a estos temas. La respuesta me dejó tranquilo. Es imposible, hay cosas que no pueden ser expresadas en palabras, así que no hay de qué preocuparse. Pero hay un lado positivo. Cada palabra que lees es una semilla y una semilla únicamente germina cuando es su momento y su lugar (espacio y tiempo) de modo que, si mis palabras no te llegan no es por una razón externa (exotérica) sino interna (esotérica). La tierra fértil es un conjunto de significados complementarios que activen esta semilla y son diferentes para cada indivíduo en función de su propia experiencia vivida, creencias, inquietudes e influencias de todo tipo. Tengamos en cuenta, además, que sólo quien busca, encuentra. Por otro lado, no alcanzo a ver más que fragmentos dispersos del conjunto, a partir de los cuales, he construido una visión holográfica de la realidad que, obviamente, no es completa ni perfecta, únicamente una visión de la realidad que deseo compartir.

El objetivo no es (o, al menos, no únicamente) de carácter técnico, ni cultural, ni anecdótico, ni crítico, estos son únicamente ingredientes de un guiso, un "guiso alquímico" (en PNL se insiste en que "el mapa no es el territorio"; en nuestro caso, "el arroz no es la paella" puede ser equivalente). Únicamente espero que  estas líneas alimenten espíritus inquietos, lo demás es irrelevante. Si una palabra produce un efecto y germina de alguna manera (la que sea) ¡por algo será! no le demos más vueltas; si no sucede, también será por alguna razón. Así, como mandan los cánones de la buena construcción, vamos dando una de cal, para conseguir cohesión y aglomerar las partículas de arena que vienen en la siguiente pala y proporcionan resistencia y estabilidad a la argamasa.

"sabiduría"

Suelo remontarme a las tradiciones antiguas porque contienen el origen del conocimiento o, mejor, de la sabiduría de la humanidad (sabiduría = Conocimiento, que no es igual que conocimiento). Quien sepa y quiera entender, podrá darse cuenta de que todas las culturas y religiones (antiguas) hablan de los mismos conceptos, con diferentes maneras de expresión, y que la ciencia moderna recién empieza a poner forma matemática a éstos, lo cual no es sino un punto de vista diferente para conceptos iguales y NO conceptos diferentes. Lo que podría resultar más inquietante es saber de qué manera adquirieron estas culturas, sea la asiria, la egipcia, la hebrea, la griega, la maya, la hindú, la hopi, el chamanismo ancestral de todas las culturas, la islámica o la antigua china, por poner algunos ejemplos, este conocimiento tan preciso y profundo cuando nuestra cultura "superdesarrollada" tecnológicamente del siglo XXI no alcanca más que balbuceos o atisbos superficiales y es incapaz de ver el conjunto del "problema" ni de lejos. No obstante esta limitación tan obvia, la mal llamada "ciencia moderna" se jacta de hallarse revestida de un poder legítimo per sé para discriminar la verdad, cuando siquiera tiene una silla donde asentarse ya que sus "verdades" nunca fueron tales sino "modelos" ad hoc ó paradigmas que van cambiando según las modas o corrientes de pensamiento que más "convienen" a cada época ó, mejor, a los intereses que dictan tal suposición, que también los hay. Esto, tal vez, fuera compasivamente tolerable si procediese de la ignorancia o la ceguera de quienes se arrogan tal potestad sobre el "conocimiento" (ajeno) y no de quienes (como es el caso), conociendo la verdad, la niegan y ocultan al resto, promoviendo  ignorancia y confusión desde las universidades, los estamentos oficiales y los medios de comunicación de masas. Dura y solitaria es la tarea del buscador y, sin embargo, hay esperanza pues el camino se irá revelando a los pies de quien anhele en su corazón saber, del mismo misterioso modo que les ocurrió a nuestros antepasados, al menos en eso creo firmemente (por experiencia propia), sin que exista ninguna barrera externa que pueda impedirlo (si es que así está escrito que suceda).



Pero ¿qué tiene que ver todo lo anterior con el título de este artículo? Estamos utilizando, en cierto modo, recursos alquímicos, el triángulo y la analogía, donde los tres vértices muestran, primero, el conocimiento antíguo, que miraba hacia atrás para obtener su fundamento operativo (tesis) luego, lo moderno que niega el pasado y se proyecta únicamente hacia adelante (antítesis) y, finalmente, el objeto de discusión donde debe producirse la síntesis. Como de costumbre, me limitaré a provocar a los inquietos y no dar recetas ni soluciones ya que es mérito de cada cual encontrar su camino (no por cicatería), pues lo que a uno vale puede no ser de utilidad a otro y solo quien prueba, sabe (saber tiene la misma raiz que sabor y "saborear" es una experiencia individual). Además, nunca un buen alquimista aprendió o enseñó algo directamente y por tanto no seré yo, pobre ignorante por añadidura, quien pretenda otra cosa. Lo mismo ha ocurrido en todas las tradiciones antiguas. El Conocimiento de lo real no lo encontrarás en un bazar o en un libro, ni mucho menos aquí, sino en tu interior.


La Alquimia basaba su eficacia en tres pilares complementarios, la observación, la contemplación y la meditación sobre la naturaleza de los fenómenos, por una parte, la experiencia personal y el esfuerzo continuado por otra y, finalmente, la revelación trascendente o transmutación tanto en el experimento como en el experimentador, materia y espíritu. El objeto de la Alquimia fué siempre la transmutación de lo grosero en sutil y de ésto en esencia pura, actuándose de forma simultánea (y necesaria) tanto en la obra como en el operador de la misma, de ahí su inaccesibilidad o hermetismo para el profano. Entender la naturaleza del cosmos y nuestro papel dentro de este sistema, a la vez infinitamente complejo e infinitamente simple, no es cualquier cosa y, a su lado, hacer perder peso molecular al plomo es, literalmente, cosa de niños, una simple cuestión mnemotécnica o metafórica para entender lo real, el sentido de nuestra existencia, poder y naturaleza divinos. El sentido de todo esto es, pues, encontrar el propio camino a través de la práctica (profesional en este caso) y para ello deberemos, siguiendo el proceso alquímico, quemar y calcinar creencias, observar la naturaleza, reducir las leyes, sublimar esfuerzos, fermentar de forma contemplativa, pudrir las enseñanzas de los libros, destilar y filtrar información en un continuo proceso de aproximación a la esencia transmutadora, piedra filosofal de la arquitectura que permita que toda obra que la contenga sea sagrada.


Una de las premisas, tal vez la más trascendente a la vez que poco asimilada, de la física cuántica es la influencia de la conciencia del observador de un experimento en el resultado del mismo, de manera que las expectativas del primero son capaces de alterar dichos resultados. Es decir, existe, de forma reconocida por la ciencia universal, un campo de conciencia individual capaz de interferir y alterar la realidad manifiesta. Por otro lado (o por el mismo lado) también es reconocido que existen campos de conciencia colectivos (K.G. Jung) y que la humanidad, en su conjunto, posee el suyo propio, así como todas las espacies, la propia Tierra, etc. No es difícil inferir una necesaria conexión entre los campos de conciencia individuales y colectivos aunque ésta se desarrolle, normalmente, a nivel subconsciente o inconsciente (Teoría del centésimo mono, entre otras muchas evidencias). El problema de nuestra incapacidad para establecer este tipo de comunicaciones (que nuestros ancestros cultivaban) es una simple cuestión de desarrollo de la sensibilidad necesaria, facultad innata que poseemos y que podremos activar limpiando de escoria nuestros canales de percepción y cultivando la atención (empoderamiento). Aquí, lo de menos es el "como"; lo realmente importante es el "qué", de modo que mi propuesta es tan válida y eficaz como cualquier otra, mientras sepamos a dónde queremos ir, ya que todo proceso alquímico funciona del mismo modo y éste es uno más.


Lo último en física (o lo penúltimo) es la teoría del campo unificado, perseguida por unos y otros. Para quien no esté al corriente, existen leyes físicas que funcionan de diferente modo en lo "macro" de la materia que en el nivel atómico o de partículas y un hueso difícil de roer que es el funcionamiento de la fuerza de la gravedad, no en cuanto a sus efectos sino en cómo se origina y porqué. La TCU persigue unificar con leyes comunes las cuatro fuerzas conocidas, las nucleares (fuerte y débil), la electromagnética y la gravedad. Obviamente, los modelos o paradigmas científicos son útiles únicamente en tanto pueden corresponder con las observaciones que se realizan y, como estas observaciones difieren en el mundo macro y micro, simplemente existen modelos diferentes, por supuesto erróneos, por ser incompletos. Así, esta TCU es una especie de santo grial científico (con permiso de la "santa" madre iglesia). Uno de los puntales de la TCU tiene que ver con la fractalidad, la geometría y la existencia de tres tipos de materia (materia, antimateria y materia oscura) así como el descubrimiento de que los electrones no circulan en órbitas, tal como se pensaba, sino que realizan movimientos espirales sobre la superficie de un toroide, movimientos de implosión y explosión, que permiten que la espiral que se abre sobre la superficie del mismo (explosión) cuando llega al ecuador empiece a comprimirse (implosión). Este movimiento de implosión - explosión se produce gracias a que la organización del átomo se desarrolla en cinco niveles anidados geométricamente, curiosamente al parecer, conservando la estructura de, lo que llamamos en geometría sagrada, la estrella madre o anidamiento fractal del los cinco sólidos platónicos... que nos remiten de inmediato al origen de los tiempos, de ahí su importancia. Esta somera exposición cierra el círculo de los ciclos temporales y da coherencia y peso específico a la antigua alquimia, un simple ejemplo del nivel de conocimiento que se poseía de antaño y una explicación de la posibilidad real de transmutación de la materia y el espíritu que forman parte de un tándem inseparable. La Alquimia es mucho más que la química, mucho más.


Ahora bien, en relación con la arquitectura ¿que nos aporta esto o de qué manera podemos aplicarlo? Pues, sencillamente, si tomamos como premisa que materia y energía son una misma cosa (E=mc2), que toda la materia y la energía responden a patrones geométricos para organizarse, tanto a nivel macrocósmico como microcósmico, y que existen leyes geométricas que permiten que los campos de energía se estructuren de tal manera que favorezcan la vida orgánica o bien que la perjudiquen, entonces, como geómetras que somos (o eso se supone) sí deberíamos tener un papel importante por cuanto a la responsabilidad social que nos corresponde. De modo que más valdría que dejáramos de cultivar la ignorancia procedente de las universidades o estamentos oficiales y, como alquimistas, busquemos con ahínco el verdadero Conocimiento con nuestro propio esfuerzo e intención, medida con la cual cada uno obtendrá su recompensa.

sábado, 6 de julio de 2013

EL HOMBRE Y SU OBRA

Muchos habréis oido hablar de Justo, el personaje de este artículo, en relación con su aparición hace unos años en una campaña publicitaria de una bebida refrescante de la multinacional Coca-Cola. Es popularmente conocido como el hombre que construyó una catedral con sus propias manos en la madrileña localidad de Mejorada del Campo. Es extenso lo que se ha publicado sobre este asunto, reportajes de TV y entrevistas. No vamos a añadir nada nuevo a lo insustancial y anecdótico que, si bien puede haber  supuesto una cierta publicidad a la hora de recabar fondos en forma de donaciones (muy pocos) no hace justicia a la magnífica realidad que he podido presenciar con mis ojos.
 
Veamos, en primer lugar, el manifiesto que encontramos, clavado en la pared, al cruzar el umbral de la Catedral en construcción, escrito ya hace 10 años.


Cualquier consideración referente al cumplimiento de preceptos materiales y de diseño arquitectónico es, simplemente, absurda en este caso. ¿De qué estamos hablando entonces? Estamos hablando de un ser excepcional a la altura de los grandes hombres de la historia que, a punto de cumplir 90 años, madruga a diario para materializar un sueño inconcebible... de no ser por que la realidad presente supera cualquier expectativa imaginable. 51 años de trabajo acumulados sobre unos 8.000 m2 de construcción realizada sin ningún tipo de medios de los que serían precisos para que cualquier equipo profesional se atreviese siquiera a plantearse iniciar tal empresa. 


Conociendo la historia y tratando directamente a Justo, esa persona frágil y menuda, de sonrisa amable y mirada profunda, todo humildad y, nada más entrar en este espacio sagrado, surgen las preguntas. ¿Cómo es posible acometer una edificación de tal complejidad sin un solo plano? ¿Cómo es posible, sin un sistema de replanteo de precisión, materializar la posición espacial de cada elemento constructivo, cada bóveda y cada arco? ¿Cómo es posible que con este conglomerado aditivo de materiales de derribo, hormigones amasados a mano y sin vibrar, estas condiciones de seguridad, estos andamiajes precarios, etc, no haya existido ni un solo incidente grave que diera al traste con la empresa de construir una catedral? ¿Como es posible que un hombre sin conocimientos, no ya de ingeniería o arquitectura sino siquiera de albañilería, haya prácticamente consumado y cubierto aguas de una catedral que tiene únicamente en la mente, como él mismo reconoce? y, finalmente ¿Cómo es posible que ante este hombre de Dios y ante la evidencia de este auténtico Milagro, los doctores de la Iglesia no solo no lo canonicen en vida como San Justo de Mejorada, no únicamente sean incapaces de ayudarle económica o técnicamente cuando serán destinatarios de su legado sino, simplemente, lo ninguneen y le den la espalda? Esta es una cuestión que deberíamos plantearnos todos cuando hacemos la declaración de la renta.


Obviamente, existe un poder y una energía maravillosa en este lugar que permiten al edificio superar todos los inconvenientes técnicos y materiales que se presentan a la vista. Reconozco este poder también en la naturaleza, ante cualquier manifestación de lo sagrado.


En mi opinión particular, por sus características particulares, se trata de una obra del pueblo y que debiera ser también para el pueblo, abierta a todo tipo de culto. Aunque, claro está, esto no es más que mi percepción y, además, también creo que debería existir un mayor apoyo popular, un compromiso en forma de cualquier tipo de ayuda por parte de quien se sienta conmovido ante la importancia de esta realidad. Divulgar esta información es ayudar, aportar donativos es ayudar, contribuir a crear una organización de apoyo, aportar conocimientos y tiempo es ayudar, hacer un plano, un dibujo, una propuesta, ofrecer algo que nos sobre y que pueda ser utilizado en la obra, contribuir en la gestión de una subvención o ayuda, organizar eventos, publicitar y explotar su valor turístico, poner un ladrillo, organizar un campamento de trabajo, todo ello es ayudar y toda ayuda es necesaria.


En estos momentos, por ejemplo, el edificio no cuenta con Licencia de Obras y, no solo eso, este edificio paga una elevada contribución al Ayuntamiento cuya excepción debería ser un objetivo prioritario. Una acción imprescindible, pues en cualquier caso la obra no podrá ser concluida si esto no ocurre, sería realizar un levantamiento del estado actual del complejo y acometer un Proyecto de Acondicionamiento General o por partes así como crear un grupo de voluntarios para ir realizando pequeñas tareas. Justo ha manifestado que aceptará de buena gana cualquier tipo de ayuda en este sentido. Colegios Técnicos Profesionales y asociaciones de estudiantes, tendrían un buen terreno para actuar en este caso. Solo queda que este mensaje cale, si es que eso tiene que ocurrir...



Justo no suele llevar teléfono (619 683 594) ni sabe qué es un ordenador pero, si alguien quiere encontrarle, siempre está a pié de obra... de sol a sol. 



UNIVERSO HOLÍSTICO 62

Como de costumbre, adjunto el enlace al NUMERO 62 de la revista UNIVERSO HOLÍSTICO.





martes, 25 de junio de 2013

ARQUITECTURA INTEGRATIVA Y PERMACULTURA.

Voy a intentar agrupar, en las siguientes líneas, ideas y conceptos que se han comentado anteriormente por separado, intentando ofrecer una visión de las partes dentro del conjunto. El motivo que impulsa este artículo no es otro que la reciente tramitación de la "Ley de semillas" en el Parlamento Europeo por la que se prioriza el uso de transgénicos y PROHIBE EL USO DE SEMILLAS NATURALES lo que tenderá a convertirse en delito y, si no, al tiempo. Esta iniciativa viene acompañada de otra no menos preocupante, como es la privatización mundial del recurso básico para la vida, el agua.
 

Por cierto... ¿quien es Bill Gates?

Se hace urgente, cada vez más, desprenderse de las nocivas programaciones a que hemos sido sometidos y que condicionan tremendamente la forma de actuar y de pensar la realidad, al punto de impedir que la conciencia individual intervenga en absoluto en ninguna de nuestras decisiones. Desde mi perspectiva particular, no puedo dar crédito al comprobar de qué manera la mayoría de las personas asumen sin pestañear ciertos atentados contra su integridad como seres humanos, contra derechos inalienables. Ciertamente, me siento insultado por tanta complacencia, al parecer inevitable. Estoy seguro que hasta una manada de borregos harían frente a un enemigo si fueran conscientes de que su supervivencia depende de enfrentarse al mismo. De este modo, tal vez, descubrirían que el león no es tan fiero como lo pintan, literalmente. Os invito a ver el siguiente vídeo y os reto a contestar a la consecuente pregunta.


¿Sería posible que alguien no defendiera sus derechos vitales de no haber sido programado para actuar de esa manera?

La Permacultura viene a colación porque es un METASISTEMA cuya comprensión es suficiente para inducir una desprogramación efectiva, al menos, el tiempo suficiente para tomar de nuevo las riendas de nuestras decisiones mientras esto ocurre.

La raiz del problema se encuentra en en modelo económico mundial, un modelo invasivo de implantación global que denominamos coloquialmente EL SISTEMA, basado en la priorización del CAPITAL como único objetivo legítimo. Cualquier objeción al sistema solo es permitida en cuanto puede ser controlada y manipulada en su propio beneficio. Es fundamental comprender que esto que llamamos "el sistema" no es, en realidad, tal cosa como un modelo o estructura de relaciones comerciales o intercambio internacional de bienes y servicios, nada de eso. EL SISTEMA ES UN PROCESO y ¿qué es un proceso? me quedo con la siguiente definición...

"... un proceso es una sucesión de tareas, que tienen como origen unas entradas y como fin unas salidas. El objetivo del proceso es aportar valor en cada etapa. Pero… ¿Valor a quien? Muy fácil, valor para el cliente. Si tenemos un proceso que no añade valor, debemos eliminarlo, siempre y cuando sea posible."

Este "sistema", como vemos tiene un origen y un final, un objetivo, pero ¿cual es el OBJETIVO de nuestro sistema? No seamos crédulos, sino analíticos. El neoliberalismo, cuyas tesis impulsan este proceso con su amigable compañera de camino, la llamada GLOBALIZACION, tiene como único objetivo la CONCENTRACIÓN. Todos podemos comprobar a diario como se avanza en la dirección de esta concentración (que ya aventuró Karl Marx, hace casi cien años), cómo se crean conflictos artificiales por el control estratégico de las diferentes regiones del globo y los recursos del planeta acompañados de campañas publicitarias al estilo de Hollybood. Solo añadir, para no ser muy cansino, que todo proceso de concentración termina inevitablemente de una sola forma, en un vértice, en un poder único y total sobre todo lo demás, en el control absoluto de todo y de todos. Por poner un ejemplo bastante gráfico, se trata de una versión extendida del juego del MONOPOLY. Tal vez, alguien conozca las reglas y el PROCESO de este juego y lo que ocurre cuando uno gana... ¿qué ocurre? ¿se diferencia mucho de nuestro "sistema"?


Otra pregunta molesta ¿es posible convivir dentro del sistema sin estar absolutamente sometido a sus imposiciones? Mi opinión es que SÍ, al menos, de momento. La clave para ello es alcanzar un nivel de independencia suficiente. Sigamos leyendo...

El núcleo central de la Permacultura es de carácter ético. En él entramos nosotros mismos y nuestros hermanos hasta alcanzar a la humanidad en su conjunto. También entra nuestro entorno, el ambiente terrestre en el que se desarrolla nuestra vida y que debemos considerar un hermano más, junto con todos sus elementos integrantes pues, sin él, las relaciones con nuestros congéneres no tienen razón de ser. En este entorno ¿que podemos hacer? Lo único que podemos hacer es preservar, cuidar a nuestros semejantes y nuestro entorno, por un lado, e intercambiar energías con ellos, es decir, dar y recibir, en definitiva, compartir ( En un símil geométrico, estaríamos hablando de las energías cósmicas que emanan de las relaciones matemáticas en el pentágono y el exágono, casualmente o no tanto, la misma que forman las moléculas que unen las hebras del ADN ). Estos fundamentos son simples y comprensibles para cualquiera y, todo lo demás, procede de ellos, de ahí su importancia. Veamos que cualquier otro tipo de relación entre los actores presentados anteriormente deviene del todo inviable o, cuanto menos, indeseable y, nótese también en que situación se encuentra nuestro paradigma vigente con respecto a estos ideales para deducir que hay algo que no cuadra. En realidad, la forma en que estos ideales se llevan a la práctica es menos importante que el fondo que es, ó debría ser, nuestro punto en el horizonte.

¿Que ocurre a partir de aquí? Con la visión anterior en el punto de mira, deberemos combinar principios ecológicos, es decir conservativos, con principios operativos, es decir expansivos, en un perfecto equilibrio. De esta marena se materializan las tres fuerzas de acción, reacción, neutralización en sus diferentes formas de manifestación. Utilizaré un guión de los muchos existentes para desarrollar esto (quiero decir que todos valen y ninguno, depende de la interpretación de cada cual). Pero, hablemos de arquitectura.

La primera acción que acometemos es la observación de la naturaleza. De esta observación deduciremos las leyes con que la naturaleza actúa y establece el equilibrio perfecto. Aquí entran las condiciones climáticas, la constitución del suelo y las rocas, la vegetación, las estaciones del año, el sol, las mareas,... de todo ello aprendemos a cómo relacionarnos sin alterar el equilibrio existente, utilizando lo que necesitamos y devolviendo lo que nos sobra en condiciones que puedan ser aprovechadas por otros. También aprendemos las leyes físicas, astrológicas, biológicas, geológicas, etc, que operan en la naturaleza. Depurando mucho este conocimiento podemos alcanzar el saber alquímico, reduciendo los elementos de la naturaleza a sus cuatro básicos, fuego, tierra, agua y aire y sus relaciones a razones matemáticas, es decir, geometría. Pero esto último no se alcanza sino como culminación de un proceso del que no pueden saltarse los pasos previos.


El siguiente paso es captar y almacenar energía. La energía es un bien básico abundante y disponible, igual que el agua. Lo único que hay que hacer es establecer procedimientos eficaces adaptados a las condiciones del lugar. En realidad, actualmente podríamos ser absolutamente independientes de las grandes compañias de suministro de energía y este sería un buen camino para recuperar nuestro poder de actuación y decisión. Por tanto este es un factor determinante en nuestro camino pues nos libera de estar atados a una compañia que nos factura cada mes por algo que debería ser gratis.Una vivienda normal puede autoabastecerse de agua con una precipitación anual de 200 mm/m2, incluyendo el riego de la huerta, con un uso racional del recurso. Esto supone que podremos construir una vivienda sostenible y autosuficiente, prácticamente, en cualquier parte.

Otro de nuestros objetivos, no menos importante, es obtener un rendimiento. Hemos hablado del ciclo sagrado de dar y recibir. No solamente es lícito sino necesario establecer una relación productiva de intercambio con nuestro entorno. La clave es la ecología (que no tiene nada que ver con el ecologismo), es decir, el equilibrio entre lo que tomamos y lo que aportamos de forma que exista un beneficio mutuo de dicho intercambio, ya sea en términos de sostenibilidad para el medio ambiente o de relaciones comerciales. Para ello deberemos aplicar autoregulación y aceptar retroalimentación, de forma que nuestro sistema permita establecer los mecanismos "automáticos" para mantener su eficacia.



Una condición para la puesta en marcha del mecanismo anterior es usar y valorar los servicios y recursos naturales así como no producir desperdicios. Si reflexionamos bien sobre esta condición, veremos que lleva implícita una nueva cuota de libertad añadida a nuestro escudo de independencia. Es decir, si somos capaces de gestionar adecuadamente los recursos naturales disponibles y, en aplicación de la autoregulación propuesta, somos capaces de establecer una relación ecológica con nuestro entorno no produciendo desperdicios, estaremos evitando nuevamente estar sometidos a un servicio que merme nuestros recursos. Para ello es imprescindible una buena educación ambiental que se debería impartir desde la infancia, puesto que hemos sido "educados" para ser dependientes de un sistema que pretende controlar todos nuestros posibles movimientos y acciones.



El proceso de diseño debe realizarse desde los patrones hacia los detalles. Es decir, existen unos condicionantes previos a todo proyecto que están por encima de la imagen. Normalmente, la imagen resultante, si es eficiente, tendrá mucho más que ver con estas presuposiciones que con la perseguida idealmente. Debemos abandonar toda tendencia a generar imágenes espectaculares como objetivo. La arquitectura debe estar al servicio del fin social que la obliga y no al contrario. Además el establecer ciertas condiciones a priori también facilita mucho la toma de decisiones en cuanto al diseño, pues nos sentiremos avalados en ellas por la coherencia con el objetivo primero, cosa que no puede defender quien prioriza ó sólo vive para el espectáculo.


Para trabajar eficazmente en la dirección propuesta existe un principio básico que es el lema de este blog,  integrar más que segregar. La arquitectura no puede abstraerse de la información beneficiosa que aportan ciertas disciplinas para considerar únicamente aspectos parciales en función de objetivos de diseño o, simplemente, ignorar de forma perezosa aquellos conocimientos que benefician el resultado del proyecto por la simple razón de que nos complican la vida a la hora de trabajar. Esto es una grave irresponsabilidad. Existen multitud de especialidades sumamente eficientes por sus aportaciones al diseño que actualmente son denostadas en beneficio de aquellas otras banalidades, como el cumplimiento de una absurda multiplicidad de normativas absolutamente prescindibles. En realidad las condiciones técnicas exigibles a una buena arquitectura se podrían resumir en unas pocas palabras y parámetros, tales como humedad, temperatura y calidad del aire, ausencia de contaminación ambiental y electromagnética, captación y distribución de todo tipo de energías, gestión del agua y los resíduos, condiciones energéticas del emplazamiento y los materiales empleados, solidez y poco más.



En el camino hacia el éxito en nuestra misión está el método de usar soluciones lentas y pequeñas. Por ejemplo, una propuesta viable a considerar es la que nos plantea slow energy. El acometer pequeños objetivos al alcance de la mano no nos hace perder eficacia, al contrario, permite ir afianzando, consolidando y ganando solvencia en el resultado final sin grandes saltos ni riesgos. A medida que nos vamos familiarizando con este sistema, podremos avanzar más deprisa y con pasos seguros pero, inicialmente deberemos resolver localmente apoyados en las líneas que nos proponen las condiciones de partida. En realidad, siempre ha de existir un feedback contínuo entre el concepto general y lo concreto pero, la solución del detalle debe prevalecer en beneficio del resultado del diseño global. El concepto del tiempo debe ser adaptado a lo presente, priorizando el disfrute de lo pequeño, de cada paso. Cuando este efecto ha sido considerado, el resultado adquiere un gran peso específico pues la energía del creador se mantiene en cada pequeña cosa.


Finalmente, existen tres corolarios o principios que debemos considerar en beneficio de un proyecto permacultural e integrativo. Estos son

Usar y valorar la diversidad. Debe potenciarse el encuentro con nuevos matices de la realidad en lugar de restringirnos a lo conocido y acotado. Esta es una forma de ensanchar los límites de lo posible además de permitir integrar todo aquello que en un principio aparenta pertenecer a un rango diferente pero que puede integrarse en nuestra vida de forma enriquecedora. La naturaleza ama la diversidad y nosotros debemos potenciar a la naturaleza actuando del mismo modo, en la medida de lo posible.

Usar los bordes y valorar lo marginal. Este aspecto tiene que ver con lo anterior pero con un matiz. Aquí se está hablando del concepto de límite. Existe un espacio marginal en que "acontece" el límite, sin que éste ocupe un lugar definido. Jugar con este concepto permite establecer un contacto con lo natural, a donde se transita desde lo artificial con una gradación lenta que favorece la intergración de lo construido. Interior y exterior se suceden en una gradación progresiva, no abrupta. Así las zonas cercanas a los límites compartirán elementos propios de ambos mundos.

Usar y responder creativamente al cambio. Aceptar el cambio, no como algo inevitable, sino como un ingrediente esencial de la dinámica natural, permite encontrarnos en disposición de responder a las pequeñas o grandes variaciones graduales que se establecen en función de las diferentes épocas del año, de los movimientos naturales y del crecimiento de las cosas. Integrar la naturaleza supone convivir con el cambio porque todo está en contínuo movimiento.

Como resumen, este documento para niños tal vez enseñe algo a los mayores. Que lo disfruten.